COVID-19: COMPORTAMIENTO DE LA DEMANDA DE POTENCIA Y ENERGÍA EN GUATEMALA

La demanda de potencia y energía es uno de los principales indicadores del comportamiento económico de un país, desde el sector industrial y de manufactura hasta el reflejo del estilo de vida de los hogares. Durante los primeros meses del 2020 se observó un crecimiento promedio de 4.79% en la demanda de energía respecto al mismo periodo de 2019, y de 1% para la demanda de potencia. A raíz de la llegada del COVID-19 a Guatemala, en el mes de marzo, el comportamiento de ambos indicadores cambio radicalmente.

A nivel macro se puede observar que tanto la demanda de potencia como la de energía sufrieron fuertes caídas respecto a lo observado en 2019. En 2020[1], la demanda máxima de potencia se sitúa en 1764.42 MW, ocurrida en el mes de febrero, con una variación de -1.18% respecto al año anterior. De igual forma, la demanda de energía asciende a 7231.07 GWh[2] con una variación de -2.87% respecto a 2019[3]. La diferencia en el impacto en la demanda de potencia respecto a la de energía, se debe a que la potencia máxima ocurrió en el mes de febrero, el último mes completo sin afectación por la crisis del COVID-19. Por el contrario, el impacto en la energía sí incluye todos los meses posteriores al inicio de la pandemia en el país.

Desde el comienzo de las medidas de contención, en el gráfico 1 se puede observar una caída significativa en la demanda anual de potencia y energía, mostrando una leve recuperación en los meses de julio y agosto, lo cual es atribuible a la reapertura del país a partir del 27 de julio del año en curso. Durante la crisis financiera 2007-2008, el impacto en ambos indicadores provocó estancamiento y decrecimiento durante algunos meses, sin embargo, la crisis actual muestra una fuerte caída durante el primer semestre de 2020, seguido de una recuperación paulatina durante el segundo, donde es esperable que dicho comportamiento persista a medida que se adopte la “nueva normalidad” en todas las actividades productivas.

Gráfico 1 Comportamiento anual de la demanda de potencia y energía de 2003 a 2020.

En el gráfico 2 se puede observar el comportamiento diario de febrero a agosto de 2020. El primer impacto se da el 13 de marzo con el primer caso positivo de COVID-19 en territorio nacional. Dentro de las medidas de contención, se incluyó el “toque de queda”[4] a partir del domingo 22 de marzo, lo cual provocó una caída respecto al día anterior de 7.86% para la potencia, y de 11.30% para la energía. Desde dicho acontecimiento hasta finales de julio de 2020, ambas variables presentaron un comportamiento constante con fuertes reducciones los fines de semana debido a las medidas de ampliación del toque de queda a 24 horas para los días domingo. De igual manera, durante este periodo se introdujeron medidas de restricción de movilidad, las cuales no mostraron un cambio significativo respecto a las semanas sin dicha restricción. A partir del 27 de julio de 2020, iniciaron las medidas de reapertura del país, por lo que se observó un retraso de una semana para que dichas disposiciones se reflejaran tanto en la demanda de potencia como de energía. Sin embargo, es importante notar que aún no se han recuperado los niveles de demanda observados en febrero debido a la continuación del toque de queda, la época lluviosa y las medidas de distanciamiento para el sector industrial, comercial y de servicios.

Gráfico 2 Comportamiento diario de la demanda de potencia y energía de febrero a agosto 2020

Al analizar el crecimiento semanal de la demanda de potencia y energía de 2020 respecto a 2019, se observa en el gráfico 3 que desde la semana 10[5], la tasa de decrecimiento de la demanda de potencia fue en aumento hasta alcanzar un valor máximo de -13.3% a principios de abril. Desde entonces, la demanda de potencia ha tenido una recuperación gradual atípica, alcanzando los niveles de 2019 a principios de agosto; donde, la última semana del mes, ésta se vio afectada por bajas temperaturas y un incremento de las precipitaciones en el territorio nacional que provocó nuevamente una reducción de 3.3%.

Gráfico 3 Variación interanual de la demanda de potencia semanal respecto a 2019

Consecuentemente, la demanda de energía tuvo un comportamiento similar, aunque menos dramático, debido a que durante el periodo de la pandemia la demanda residencial se ha incrementado por las políticas de teletrabajo implementadas en el país. Contrario a la potencia, la energía presentó su máximo decrecimiento en la segunda semana de abril[6] con una caída de 19.5%[7] respecto a 2019. A partir de la fecha, su recuperación ha sido constante alcanzando los niveles del año anterior desde finales de julio. Al igual que la potencia, la energía experimentó una reducción de 3.2% a finales de agosto.

Gráfico 4 Variación interanual de la demanda de energía semanal respecto a 2019

Durante los meses de marzo y abril se tuvo el mayor efecto de la crisis del COVID-19 en la demanda de potencia y energía del SNI, sin embargo, a partir de mayo se puede observar una recuperación gradual y constante en ambas variables, sin alcanzar aún los niveles previos a la crisis. Durante el periodo de marzo a agosto de 2020, la demanda de potencia ha sufrido una reducción promedio de 6.5%, y la demanda de energía una disminución de 5.9%.

 

Nota:

Elaboración propia con datos de carga horaria y SMEC.

[1] De enero a agosto.

[2] Demanda de energía acumulada de enero a agosto de 2020.

[3] Demanda de energía acumulada de enero a agosto de 2019.

[4] Restricción de movilidad total para toda la población a excepción de servicios de salud, alimentación y servicios esenciales principalmente.

[5] Del 01-03-2020 al 07-03-2020

[6] Del 05-04-2020 al 11-04-2020

[7] Caída coincidente con el asueto por Semana Santa 2020.